La amabilidad de las plantas
horas
INICIO
Plaça de Sencelles
DISTANCIA
4’4km
UNIDAD DIDÁCTICA
Etnobotànica
La amabilidad de las plantas
Desde la antigüedad los seres humanos hemos compartido la vida con las plantas, y ellas, amablemente y de forma desinteresada, han cubierto todas nuestras necesidades. Las plantas nos ofrecen alimento, medicinas y materiales para fabricar utensilios, tejidos y construcciones, han participado en ceremonias y rituales y también han alimentado nuestra imaginación. Y es que no nos tenemos que olvidar que la vida de los humanos depende del mundo vegetal.
Este paseo pretende reencontrarnos con las plantas que forman parte de nuestra historia, de nuestra cultura, las plantas que nos han acompañado desde nuestro origen y han hecho posible nuestra subsistencia, las plantas que forman parte de nuestras raíces.
Las medicinales
Entre la vegetación de nuestro entorno destacan un puñado de plantas que, popularmente, se han reconocido como remedio por los males más comunes.
Las malvas (Malva spp.) con la suavidad de sus hojas y flores han aliviado tanto un constipando como un estreñimiento, puesto que nos ayudan con sus propiedades emolientes. El poleo (Mentha pulegium), tan presente en el torrente, nos ha facilitado las digestiones pesadas y alteraciones intestinales. Cuando nos hemos sentido sin ánimos y nos ha faltado la alegría, una planta de flores amarillas que florece a principio de verano nos ha ayudado, la hierba de San Juan (Hypericum perforatum). No solo tiene efectos antidepresivos, sino también ayuda a curar y cicatrizar heridas. El llantén (Plantago lanceolata) nos ha calmado las rozaduras de los zapatos utilizando sus hojas en forma de cataplasma. Y cuando nos hemos quedado sin voz o nos ha molestado las garganta, masticando un brote tierno y sin púas de zarzamora (Rubus ulmifolius) se nos ha aclarado la voz.
Las simbólicas
Las plantas también han alimentado nuestro imaginario, algunas de ellas, incluso han participado en ceremonias y rituales. El almez (Celtis australis) tiene fama de árbol protector, y en el caso de nuestras islas se cree que protege de los rayos eléctricos, por eso tradicionalmente se ha sembrado en las fincas. Otra planta popularmente conocida como protectora es la hierba de San Juan (Hypericum perforatum), que recolectada durante la noche de San Juan aumenta sus calidades mágicas. El ciprés (Cupressus sempervirens) es un árbol que desde antiguo ha tenido connotaciones funerarias. Considerado como un símbolo del luto desde la época romana, se ha sembrado tradicionalmente en los cementerios, como un símbolo de unión entre el Cielo y la Tierra. La mata (Pistacia lentiscus) también está vinculada a la muerte, puesto que sus ramas se han utilizado para la elaboración de coronas funerarias. Un planta con connotaciones más festivas es el mirto (Myrtus communis), utilizado en la fiesta del Corpus, para cubrir las calles por donde pasa la procesión aromatizando la fiesta con su peculiar perfume.
Las melíferas
Hay plantas que con sus flores atraen a un gran cantidad de insectos. El algarrobo (Ceratonia silicua), la borraja (Borago officinalis) o el laurel (Laurus nobilis) son plantas con las que las abejas pueden producir miel. También lo son las plantas de la familia de las rosáceas como la zarzamora (Rubus ulmifolius), el espino blanco (Crataegus monogyna), el acerolo (Crataegus azarolus) o el ciruelo (Prunus domestica).
Con sus flores, las plantas melíferas ofrecen alimento a las abejas, ya sea en forma de polen, néctar o propóleos. A cambio, las abejas ayudan a la polinización, y por tanto, a la reproducción de las plantas. ¡Es una relación en la que todo el mundo y sale ganando, las plantas, las abejas y los más golosos!
Las combustibles
Para iluminar nuestras casas, calentarnos o cocinar los alimentos hemos necesitado de alguna sustancia para alimentar el fuego, las plantas han sido el combustible principal.
No solo hemos aprovechado como combustible su leña para quemarla o hacer carbón, sino también en forma de aceite para alimentar los candiles. Este es el caso del aceite obtenido de las llentrisques, los frutos de la mata (Pistacia lentiscus), que del mismo modo que se hace con el aceite de oliva (Olea europaea) puede servir para alimentar la luz. Las maderas más utilizadas como combustible han sido las de encina (Quercus ilex), por su elevada densidad y elevado poder calorífico, pero también la madera de pino (Pinus halepensis), acebuches (Olea europaea var. sylvestris), algarrobos (Ceratonia siliqua) o almendros (Prunus dulcis). Los juncos (Scirpus holoschoemus) también han servido para hacer los luquetes, que impregnados de azufre se encendían y aguantaban la combustión.
Los útiles para fabricar
Los humanos, con su ingenio, han sabido fabricar una gran cantidad de utensilios a partir de los elementos naturales que tenían a su alcance y las plantas han sido la fuente principal de materiales.
Con la madera del almez (Celtis australis), compacto y flexible, se han fabricado una gran cantidad de útiles como los gaiatos o los collares del ganado, las horcas y palas utilizadas para batir, los aros de madera de los toneles de vino, guitarrones y mucho más. Los tallos del asfódelo (Asphodelus ramosus), para hacer cañizos donde poner a secar los higos para así conservarlos durante más tiempo. Con la caña (Arundo donax), que crece en zonas húmedas y laderas de torrentes, también se han hecho cañizos, pero además, se han fabricado instrumentos musicales como los tradicionales flabiols, piezas para hilar como las ruecas, o sencillamente se han utilizado para recolectar algarrobas y almendras o entutorar tomateras. Otras plantas nos han ofrecido fibras para fabricar tejidos como las ortigas (Urtica urens) y pigmentos para teñirlos como las raíces de la rogeta (Rubia peregrina), que tiñe con tonalidades rojas, o la piel de la granada y la corteza del árbol (Punica granatum) que ayudan tanto al teñido como al adobado de las pieles.
Las comestibles
Muchas de las plantas silvestres que crecen en los campos más próximos han satisfecho nuestras necesidades nutricionales cuando la despensa estaba vacía.
De unas plantas hemos aprovechado su raíz, como es el caso de la achicoria (Cichorium intybus), que tostada y triturada se ha consumido como sucedáneo del café. De otras, las hojas, para aromatizar platos, como hemos hecho con el hinojo (Foeniculum vulgare), o para cocinar caldos y cremas como la ortiga (Urtica urens), la borraja (Borago officinalis) o el puerro (Allium ampeloprasum). También hemos comido tallos o brotes tiernos como los espárragos, que crecen de los rizomas de una liana muy común, la esparraguera (Asparagus acutifolius). Las alcaparras (Capparis spinosa), que son flores antes de abrirse, se han envinagrado para acompañar el pan con aceite y platos tradicionales como la lengua con alcaparras. Con frutos, como los de la chumbera (Opuntia ficus-indica), se han cocinado gustosas mermeladas o con las endrinas (Prunus spinosa) elaborado licores, mientras que con las semillas, como las de la mostaza blanca (Sinapis amanecer), se han hecho salsas para acompañar platos.
Las ornamentales
Son muchas las plantas que han sido sembradas por su belleza para vestir nuestros jardines o incluso sembradas para decorar como flor cortada o seca. Destacan árboles como el laurel (Laurus nobilis), el ciprés (Cupressus sempervirens) o el acerolo (Crataegus azarolus) o arbustos que, además, han servido de bardas como el endrino (Prunus spinosa) o el espino blanco (Crataegus monogyna). También enredaderas como la abrazadera (Clematis vitalba), la vidriera (Clematis flammula) o el rosal silvestre (Rosa sempervirens) han engalanado bardas y paredes.