Los humanos y la naturaleza

2

horas

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Plaça de Sencelles o Plaça de Biniali

DISTANCIA

10’6 km

UNIDAD DIDÁCTICA

Els recursos naturals

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Los humanos y la naturaleza

Si miramos desde cierta altura el paisaje del municipio, veremos como el panorama no es continuo sino que se va interrumpiendo cómo si de un mosaico se tratara. Los seres humanos, que durante años han vivido de los recursos que la naturaleza les ofrecía, han ido dibujando el paisaje, creando un patrón que alterna paisajes naturales, paisajes agrarios y también urbanos.

Cuando llegaron a las Baleares, los primeros humanos se encontraron con un paisaje muy diferente al que conocemos actualmente. Y es justamente su llegada la causa de la transformación del paisaje, ya sea habilitando el terreno para cultivar el alimento o sobreexplotando sus recursos mediante la extracción de leña o la caza.

En este recorrido, y a través de la interpretación del paisaje, vamos a ver como a lo largo de los siglos los habitantes de estas tierras han subsistido a partir de aquello que la naturaleza les ofrecía: la tierra, el agua, el viento, el sol y los seres vivos.

La ganadería

Cuando salimos del casco urbano de Sencelles enseguida nos encontramos paseando entre campos de forrajes y rebaños de ovejas, y es que este ha sido y es un pueblo de tradición ganadera. Desde hace mucho tiempo, los sencellers y sencelleres se han dedicado a la cría y comercio de ganado, principalmente ovino, pero también porcino, vacuno y avícola. Las ovejas se crían principalmente por su carne, pero también se obtienen productos secundarios como la lana, la piel, la leche y sus derivados. En en cuanto al ganado vacuno, bueyes y vacas, se crían también por su carne y leche, pero no nos tenemos que olvidar de que en el pasado, estos animales tenían un papel importante en las tareas agrícolas. Los cerdos, también han tenido un papel importante en las tradiciones campesinas puesto que rara era la familia que no engordara un cerdo al año para hacer matanzas. Y entre las aves, gallinas, patos y pavos se han criado por su carne y huevos.

Las plantas silvestres

A menudo los humanos han recolectado plantas y frutos silvestres como las moras de la zarzamora (Rubus ulmifolius), los espárragos del esparreguera (Asparagus acutifolius) o las alcaparras o alcaparrones de la alcaparra (Capparis spinosa). También las hojas de la achicoria común (Cichorium intybus) o la acelga silvestre (Beta vulgaris). Incluso se han elaborado licores tradicionales, como las hierbas mallorquinas, con plantas silvestres como el hinojo (Foeniculum vulgaris) o el romero (Rosmarinus officinalis).

Durante el otoño, además, podemos aprovechar los frutos del bosque como son las setas. Los más apreciados son los estalla-sangres (Lactarius chrysorrheus) que encontramos a pinares pero también las blaves (Russula grisea) o los picornells (Cantharellus cibarius) a los encinares.

La caza

La caza es una actividad muy antigua que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. A sus inicios, los humanos salían a cazar para obtener su alimento o para comercializar con los huevos, plumas o pieles. En la actualidad, la actividad cinegética es una actividad deportiva regulada, con el objetivo de mantener el equilibrio de los ecosistemas.

Las especies cazables más importantes aquí son el conejo, la perdiz y el zorzal, pero también las liebres, las codornices, becadas y palomas torcaces. Entre los campos de cultivo y garrigas fácilmente nos podemos encontrar con conejos (Oryctolagus cuniculus) y liebres (Lepus granatensis), distinguibles entre sí debido a las grandes orejas de la liebre, acabadas con una mancha negra en la punta, en cambio las del conejo, son más pequeñas, redondeadas y sin manchas. La perdiz (Alectoris rufa) es un ave sedentaria, que cría en tierra y que fácilmente podremos encontrar a finales de primavera andando con sus crías entre viñas y cultivos. El zorzal (Turdus philomeloss) en cambio, es un ave migratoria que nos visita durante el otoño e invierno. Todas estas especies su apreciadas en nuestra gastronomía y forman parte de platos típicos como el arroz brut o el conejo con cebolla. Otro animal muy apreciado en nuestra gastronomía es el caracol, que a pesar de que no forma parte de la actividad cinegética, es un animals silvestre que los días de lluvia puede ser capturado por el buscadores.

El viento

Majestuosas torres acechan los vientos de la Tramuntana recordando el tiempo pasado en el que la energía eólica ponía en movimiento su maquinaria. Los molinos harineros, gracias a una energía limpia y renovable, permitían elaborar harina, un alimento básico de la dieta del pueblo, a partir de los cereales cultivados en las tierras del municipio. También se aprovechaba el viento para extraer el agua de los pozos y regar los cultivos gracias a los molinos de viento aguadores.

Actualmente, en una época en la que la sobreexplotación de recursos y la globalización está a la orden del día, habría que echar una mirada atrás para tomar ejemplo de una forma de subsistencia y explotación de la naturaleza basada en la proximidad, sostenibilidad y autosuficiencia.

La agricultura

La agricultura se podría considerar el arte de cultivar la tierra. En el pasado, la economía del pueblo de Sencelles se basaba en este arte, principalmente en el cultivo de viña, pero también en el de cereales, almendros e higueras.

Las higueras (Ficus carica) se cultivaban para cosechar su fruto, el higo, que se podría consumuir seco o maduro, comerciar con él o dar a los cerdos para engordarlos antes de las matanzas. Por eso, nos encontramos con grandes higuerales en el entorno del municipio, ahora bien, difícilmente os encontraréis con una higuera en flor, puesto que esta se encuentra escondida dentro del propio higo. Del que si podremos disfrutar es de la floración de los almendros (Prunus dulcis), otro de los cultivos principales de nuestro municipio. Este árbol florece antes de sacar las hojas y pinta nuestros paisajes invernales con sus flores blancas y rosadas. Se cultiva por su fruto, la almendra, que consta de diferentes partes, la cáscara denominada mesocarpio y el endocarpio que contiene en su interior la semilla, que es la parte comestible. Los campos de cereales también forman parte de nuestro paisaje, trigo (Triticum spp.) avena (Avena sativa), cebada (Hordeum vulgare) o centeno (Secale cereale), se cultivan actualmente para la alimentación del ganado.

La viticultura

En un pueblo de tradición vinatera como Sencelles, no es de extrañar que nos encontremos paseando entre viñas, con las vistas de la Sierra de Tramunta como telón de fondo.

La viña (Vitis vinifera) es una enredadera de hoja caduca, que puede llegar a los 25 m de altura, pero acostumbramos a verla en forma de arbusto, puesto que anualmente es podada para facilitar la cosecha de su fruto, la uva. Los racimos son unas bayas de color verde o negro, dependiendo de la variedad, que nos permiten la elaboración de una bebida muy presente a nuestra cultura, el vino. La viña es una planta que florece entre los meses de mayo a junio, y durante el verano se lleva a cabo la maduración de los frutos hasta que, llegado el mes de septiembre se empieza la recolección conocida como vendimia.

¿Alguna vez te has preguntado por qué se siembran rosales en la viña? Pues el rosal actúa como indicador de la presencia de oídio (Oidium tuckeri) en caso de que este hongo aparezca en la plantación. Este hongo puede provocar graves enfermedades en la viña, pero la suerte es que si puede elegir, ¡prefiere infectar al rosal antes de que a la viña!

El agua

El agua es un recurso indispensable para la supervivencia de los seres vivos del planeta. Es la fuente de la vida, un elemento esencial sin el cual los humanos no podrían subsistir, un elemento básico para el desarrollo de la agricultura.

En nuestro paisaje todavía quedan elementos testimoniales de como los humanos extraían el agua de los acuíferos de nuestro municipio. Entre los huertos y campos de cultivo, a menudo nos topamos con sínies (norias) que, movidas por animales, ponían en marcha los engranajes que llenaban los cangilones de agua. Los aljibes y las albercas se encargaban de almacenar el agua que después se encargaría de dar vida a cereales, fruteros y hortalizas. Además, en las casas se recolectaba el agua de lluvia dentro de cisternas, que se utilizaría para el consumo humano.