Del Cielo al Infierno

1

horas

DIFICULTAD

Baja

DISTANCIA

7’30 km

DESNIVEL

75 m

EQUIPAMIENTO

Calzado y ropa cómoda.

GPX

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Del Cielo al Inferno: de 'Sant Cristòfol' a 's’Era Esfondrada'

Las leyendas son la savia de un pueblo, la sangre de una comunidad. Han servido para explicar o para dar sentido a un episodio, una persona o un elemento singular, generalmente de base real. De aquí que muchos lugares de nuestra geografía vayan acompañados de relatos fabulosos que se han transmitido de boca a oreja, generación tras generación. 

Sencelles, como tierra antigua, cuenta con una gran partida de leyendas que conforman un itinerario que forma parte de su folclore popular.

Antes de partir, debes recordar aquella máxima tan bella como cierta: ‘el pueblo que no conserva sus leyendas y relatos está condenado a morir en el frío’

1

«Pie de San Cristóbal»

La iglesia parroquial de Biniali, dedicada a San Cristóbal desde tiempos remotos, conserva una escultura del santo sobre el campanario. Antoni M. Alcover, recoge en sus rondalles mallorquines, una leyenda relacionada con el santo titulada: ‘El pie de San Cristóbal’.

Dicen que este santo venía de Llucmajor y resbaló en el puig de s’Heretat. En su cima se ve aún una peña con una gran abertura y dicen que es allí el punto resbaladizo. Desde s’Heretat, San Cristóbal se tiró a es Porrassar, detrás del corral de Can Mulet, casi dentro de la villa d’Algaire, donde dejó la marca del pie en una peña; se trata de una hendidura de unos seis palmos de largo que tiene la forma de una pisada. Hay madres que llevan a sus bebés a probar de caminar dentro de la hendidura porque aseguran que aprenden más rápido.

Y no creáis que San Cristóbal se asustase en es Porrassar, como el trigo del año trece. Con otro paso se tiró del campanario de Biniali, donde permaneció como patrón. 

A mediadios del siglo XX un rayo impactó sobre la figura del campanario, por lo que se tuvo que confeccionar otra nueva.

2

Sonarrossa: «lugar enfermizo»

Justo al lado de la possessió de Son Santjoan de Sonarrossa se ubica el llogaret homónimo, formado por un conjunto de casas tradicionales de gran belleza y tranquilidad, nacido a partir del reparto de tierras en época medieval. Can Sion, Can Francesc, Can Pau Guillemet, entre otras, situadas dentro de las antiguas caballerizas de Sonarrossa. 

Fue en el siglo XVIII cuando el ilustrado mallorquín Jeroni de Berard, describió este núcleo de casas con un misterioso párrafo: «Son Arrosa. Lugar de cinco casas. Antiguo de antes de la conquista como prueba el P. Mariano capuchino. Lugar enfermizo». 

Según algunas opiniones, esta atribución podría deberse a la gran cantidad de conflictos que los señores de la caballería tuvieron con los vecinos. Como cuando el Señor amenazó con que nadie se atreviera a sacar trigo, maíz, habas o legumbres sin licencia o su conocimiento.

Otras apuntan a los destrozos provocados por la revuelta popular acaecida entre los años 1450 y 1452, aunque el epíteto de ‘lugar enfermizo’ se deba a la proximidad de la balsa de Sonarrossa, donde comúnmente bebían los animales. Estas acumulaciones de agua eran causa de numerosas enfermedades conocidas como ‘fiebres’, transmitidas por los insectos que allí habitaban. 

Por lo tanto, señores, revolucionarios o insectos, hicieron de este lugar un ‘lugar enfermizo’, a pesar de que hoy en día es todo lo contrario.

3

«S’Era Esfondrada»

Al final del Camí Dret, en los terrenos de Can Pobre, se halla Esfondrada, una cavidad o pozo natural de unos cuarenta metros de diámetro que alberga una de las leyendas más interesantes del lugar. 

Dicen que el día de San Juan de hace muchos años, un grupo de campesinos batía la era de Can Pobre. Hacia el mediodía, pasó un capellán con los santos óleos para administrarlos a un moribundo. Pero aquellos desgraciados, en vez de pararse de trabajar y mostrar respeto continuaron batiendo, entre gritos y blasfemias. Tras el paso del cura, la era se hundió y se tragó al grupo de campesinos y también a la mula y nunca más se les volvió a ver. Desde Entonces, cuentan que cada día de San Juan, desde el interior del agujero se oyen los gritos de aquellos malnacidos y los relinchos de la mula como si aún giraran alrededor, eternamente.

Esta leyenda no es exclusiva de Sencelles, existe una versión en el municipio d’Escorca que versificó el poeta pollencín, Miquel Costa i Llobera.